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Foto del escritorKaren Lucia Tapia Hernandez

Atrévete

Actualizado: 1 sept 2022

Si volvemos a nuestra infancia, es muy probable que alguna vez hayamos tratado de demostrarle a alguien que nos atrevíamos a realizar alguna cosa. Que podíamos correr más rápido, saltar más alto, llegar más lejos que alguien más. Quizá era esa necesidad de competir, lo que llevó a más de alguno de nosotros a tener moretones, golpes, raspones, y que probablemente nos sacó una que otra lágrima por querer ser mejor que alguien más. Pero si vamos a la necesidad que pudimos haber sentido, podemos decir que mas que todo se centraba en que creíamos ser los que se podían atrever a hacerlo mejor. Si vamos a la Biblia, podemos analizar situaciones, en las cuales, el atrevimiento de algunos, les ayudó a llegar más lejos que los demás. Meditemos en ello.


Caso 1: Bartimeo

 

Marcos 10:46-52

Reina-Valera 1960

El ciego Bartimeo recibe la vista

(Mt. 20.29-34; Lc. 18.35-43)

46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.

 

En el pasaje extraído anteriormente, podemos observar lo siguiente:

1. Las oportunidades a veces parecen presentarse cuando tenemos algún o algunos obstáculos en el camino. Por ejemplo, Bartimeo estaba mendigando, pero estaba cerca de una oportunidad de sanidad.

2. Cuando comenzamos accionar, algunos querrán que tú te detengas. Así como cuando Bartimeo gritaba, otros le reprendían para que no hablará.

3. Que tengas obstáculos o contratiempos, no quiere decir debas darte por vencido – Bartimeo en vez de callarse como otros le decían, clamaba más alto.

4. Cuando la oportunidad se presente, no dudes en accionar y actuar. Tal y como cuando Bartimeo obtuvo la atención de Jesús, el decidió hablar por medio de la fe.

5. La valentía y el atrevimiento de fe abre las puertas de tu milagro. Así como la fe de Bartimeo lo llevó a actuar, Jesús claramente atendió el ruego de Bartimeo por su perseverancia, por su fe, y su deseo de ver realizada su sanidad.


Caso 2. 12 años de espera…

 

Mateo 9:20-22

Reina-Valera 1960

20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. 22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.


 

Si alguna vez, has escuchado a alguien decir, hasta cuando tendré que soportar esto, ¡quiere decir que hay una oportunidad para ver el cuándo realizado! ¿Te imaginas llevar 12 años sufriendo de alguna enfermedad? La mujer enferma de flujo de sangre, si lo podía saber. Quizá tu situación no sea una enfermedad, pero puede ser una circunstancia familiar, financiera, de trabajo u otra, ¿pero cuando estamos dispuestos a tocar el borde del manto? La mujer, en su coraje, esperanza y atrevimiento en fe, obtuvo su sanidad. Y aun cuando ella probablemente estaba asustada y sabía que muchas personas la juzgaban, ella decía dentro de sí, que podía ser salva al tocar de una manera u otra a Jesús. Y fue tal su fe, que, en efecto, su fe materializó el milagro que ella necesitaba para ser sana. ¿Será que nuestra alabanza, o nuestra oración, o nuestro accionar en fe, toca el borde del manto de Jesús?


Caso 3. Salte del bote

 

Mateo 14:28-31

Reina-Valera 1960

28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

 

Como dice el Pastor Steven Furtick, Pedro fue el único que se atrevió a caminar sobre las aguas. Te imaginas un Tweet de Pedro, o algo escrito en las redes sociales que diga: “Caminé sobre las aguas, pero me caí por mirar hacia otro lado…” La verdad, es que algo así le paso a Pedro y es muy probable que nos haya pasado o nos pase a nosotros si enfocamos nuestra mirada en otras cosas. Puede ser que Dios nos haya mandado a actuar de una manera y comenzamos actuando en fe, caminando sobre las aguas, escuchamos las olas del mar y quizá vengan más fuertes, intensas y agresivas, pero si Dios nos dijo camina y enfocamos nuestra mirada en Dios y ponemos nuestra fe en lo que El nos dijo, no podemos dudar, porque si no, nos hundiremos. Si, al contrario, mantenemos nuestra mirada firme en lo que Dios nos dice y en lo que nos mandó a ejecutar y realizar, saldremos del bote, caminaremos sobre las aguas y llegaremos a Él. Por lo tanto, no dudemos en lo que nos dice Dios, sino que si hemos sido capaces de preguntarle a Dios que si actuamos en lo que creemos podemos hacer y El Señor nos da el visto bueno para hacerlo, no dudemos, y atrevámonos a seguir adelante sin miedo y lleguemos a la meta que Jehová nos permita llegar.


Estimados amigos, recordemos que Dios siempre está dispuesto a escucharnos, con tal nosotros podamos hablar con Él, con un corazón sincero y dispuesto a actuar en fe, y ser instruido. ¿Qué es lo que nos dice Dios el día de hoy? ¿En qué debemos atrevernos a actuar en fe? ¿Estas listo para el siguiente paso?


Si esto te bendijo y te edificó te invito a que compartas esta publicación. Y si aún no has aceptado a Jesús en tu corazón o deseas reconciliarte con Él hoy, te motivo a que lo hagas, y leas la siguiente oración en voz alta:

“Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados, pues sé que mis pecados me separan de ti. Yo te reconozco, como mi único, suficiente y verdadero Salvador. Yo rompo, todo pacto, con el mundo, con la carne y con el enemigo. Te doy gracias, por el sacrificio en la cruz, sé que por tu Sangre yo soy limpio/a de todo pecado y hoy tengo un nuevo comienzo. Te pido que, a partir de hoy, tu palabra sea la lámpara a mis pies y que tu Espíritu Santo guíe mis decisiones en todo lo que haga. Amén.”

Y si hiciste esta oración hoy, usa el formulario de contacto, me encantaría saber de ti. Somos una familia en Cristo, estamos aquí para apoyarnos los unos a los otros. ¡Dios te guíe y te guarde!

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