Es fácil decir que tenemos fe cuando no hay cosas que prueben lo que estamos diciendo. Así como cuando en el trabajo nos pueden decir que porque no hemos hecho un reporte o una tarea, pero la verdad es que no hemos recibido esa asignación. Puesto así como se nos puede ser asignadas funciones y tareas en el área laboral, la única manera que podemos realmente comprobar que si tenemos fe o no es nuestro comprobante de recibido. ¿Y cual es el comprobante de recibido de la fe? Esto es, que una vez que nuestra fe haya sido puesta a prueba, nuestra fe se haya tomado como recibida después que hayamos demostrado que la fe que decíamos tener se ponga en acción.
Por ejemplo:
Hebreos 2
3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, 4 testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.
En Hebreos 2:3-4 podemos observar que la razón por la cual los primeros cristianos profesaban tan abiertamente su fe es porque demostraban con acciones, señales, prodigios y milagros lo que el Espíritu Santo hacía con ellos conforme su declaración de fe en Jesucristo. Esto es, que cuando ellos decían tener fe en Jesús podían demostrar su fe, a través de los casos de los milagros y actos que mostraban como su esperanza y convicción en Dios podía demostrar que su pensamiento y esperanza no era en vano, sino al contrario, que su fe tenía respaldo y refuerzo divino a través de los hechos.
Otro ejemplo:
Hebreos 2: 10
10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
En Hebreos 2:10, el autor hace referencia a lo que tenía que ocurrir, para que como consecuencia, se pudiese llegar a perfeccionar la obra de Dios. El autor de Hebreos, muestra que para poder llevar a una transformación de la fe, una cambio para llegar a la gloria, Jesús primeramente actuó para mostrar cómo su fe en Dios Padre mostraba su poder y su restauración por medio de la evolución de Jesús de un estado humano mortal a un estado divino resucitado. La intercesión corporal de Jesús es la que hace que su fe expanda como semilla en el campo y germine en la naturaleza humana de cada uno de nosotros para poder ver su cumplimiento de gloria a la salvación humana.
Por último:
Hebreos 11
Reina-Valera 1960
La fe
1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad,(G) porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
La fe, como dice Hebreos 11 es aquello que nos motiva a seguir adelante porque nos da una certeza que pasará aún cuando no se ve. Es decir, que así como nos podemos trazar metas en la escuela, en la familia, en el hogar, en el trabajo, tenemos una motivación más allá de nuestras circunstancias actuales, sino que vemos culminado lo que estamos visualizando en nuestra mente. La fe no viene solo de nuestra convicción sino de saber en quien creemos, que aquel que nos ha dado la promesa, la palabra, la acción a hacer, sabemos que siempre ha sido fiel en el cumplimiento de lo que nos promete. Pues lo hemos visto, una y otra vez. Y así como ya hemos visto en pequeños pasos de fe anteriores como Dios cumple cada una de las promesas que nos ha hecho, nuestra fe solo va incrementando gradualmente al punto que nosotros mismos dejemos que corra conforme lo que nuestro Creador ya ha dicho para nosotros. La fe es saber confiar en quien ha dicho la promesa, en quien es La Palabra y el Autor de nuestra Salvación.
¡Qué Dios te bendiga!
Si esto te bendijo y te edificó te invito a que compartas esta publicación. Y si aún no has aceptado a Jesús en tu corazón o deseas reconciliarte con Él hoy, te motivo a que lo hagas, y leas la siguiente oración en voz alta:
“Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados, pues sé que mis pecados me separan de ti. Yo te reconozco, como mi único, suficiente y verdadero Salvador. Yo rompo, todo pacto, con el mundo, con la carne y con el enemigo. Te doy gracias, por el sacrificio en la cruz, sé que por tu Sangre yo soy limpio/a de todo pecado y hoy tengo un nuevo comienzo. Te pido que, a partir de hoy, tu palabra sea la lámpara a mis pies y que tu Espíritu Santo guíe mis decisiones en todo lo que haga. Amén.”
Y si hiciste esta oración hoy, usa el formulario de contacto, me encantaría saber de ti. Somos una familia en Cristo, estamos aquí para apoyarnos los unos a los otros. ¡Dios te guíe y te guarde!
Nota: Citas bíblicas tomadas de www.biblegateway.com
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