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Game over… (Juego Terminado)

Cuando era una niña hubo un tiempo que me gustaba jugar video juegos, me parecía entretenido buscar cómo realizar las hazañas me proponía el juego y poder derrotar a los villanos o simplemente llegar a la meta del juego. Uno en particular me gustaba, se llama, Mario Kart, si no lo ha jugado nunca, básicamente era un juego de carreras en el cual tenías que elegir a tu personaje para llegar a la meta, sin embargo, tanto tú, como tus oponentes tenían armas para poder sacar del juego y eliminar a aquellos que iban tomando la delantera o en dado caso querían sacarte de la carrera y si te sacaban, perdías el juego con la pantalla reflejando el mensaje “Game Over.” Lo que me llamaba la atención de este juego es que idealmente todo parecía divertido, no obstante, casi siempre alguien te quería atacar, para sacarte del camino. Pero, si lo analizamos de otra manera, podemos hacer una similitud en como nosotros nos podemos defender del enemigo o en dado caso, tomar una contraofensiva del ataque el enemigo intentó hacer contra nosotros. En este caso, nosotros como hijos de Dios, debemos recordar que tendremos ocasiones donde podrá ser que nos sintamos o experimentemos diversas situaciones que quizá nos quieran sacar de la carrera, por esta razón Dios nos ha dado armas para defendernos en contra de los ataques y las luchas que puedan venir en contra de nosotros.


Comencemos con las palabras del apóstol Pablo:

 

Efesios 6:12 Nueva Biblia de las Américas

12 Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes.

 

Cuando el apóstol Pablo habla que nuestra lucha no es contra sangre y carne, implica que muchas veces nosotros podemos creer o sentir que son personas las que pueden llegar a atacarnos. Posiblemente podremos llegar a experimentar situaciones que nos lleven a sentirnos muy incómodos o incómodas que podríamos llegar a atribuir a una persona o grupo de personas, pero el apóstol Pablo nos indica que no es este el caso. Es más, nos indica que en realidad nuestros enemigos son los principados, potestades y poderes de este mundo. En breve, los principados son “gobernantes” asignados a un territorio, las potestades son fortalezas demoníacas que inducen a alguien a actuar de cierta manera, y los poderes de este mundo hace referencia a las cosas o fuerzas espirituales de la tierra que pueden afectar el actuar de ciertas personas. Así que lo primero que debemos determinar en este versículo, es que las personas no son nuestros enemigos, sino aquello que puede llegar a influir en el actuar de ellos. Por lo tanto, cuando creamos que alguien nos quiera sacar de la carrera o del juego, debemos tomar en cuenta, que no es esa persona, sino aquello por lo cual esa persona estaba siendo afectada.


Tomando el versículo de Efesios 6:12 podemos usar un gran ejemplo en la Biblia de lo que acontecía en la vida del Rey David, lo cual fue ejemplificado ampliamente en el libro de Los Salmos y como él actuaba cuando se miraba perseguido y oprimido por sus enemigos.

 

Salmos 120:1 Nueva Versión Internacional

120 En mi angustia invoqué al Señor,

y él me respondió.

 

En el Salmo 120:1, podemos ver que aun durante la aflicción, la idea del salmista fue clamar a Dios, invocar a Dios, orar a Dios primero, y Dios fue quien respondió. Es decir, que, en situaciones de tribulación, de aflicción, desesperanza, lo primero que debemos hacer es poner nuestra confianza en Dios. Y no importa si sentimos que las actitudes de ciertas personas nos pueden ocasionar problemas, o quizá sientes algo o alguien te está tratando de robar tu paz o tu tranquilidad, como nuestra lucha no es contra carne ni sangre, en el momento que dejamos que El Señor lleve nuestra lucha, ¡Él nos responde!


Ahora analicemos lo siguiente:

 

Efesios 6:10 Reina-Valera 1960

10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

 

Efesios 6:10 nos lleva al siguiente verso:

 

Salmos 125:1 Reina-Valera 1960

125 Los que confían en Jehová son como el monte de Sion,

Que no se mueve, sino que permanece para siempre.

 

Lo que podemos ver al leer y analizar estos dos versos es que el apóstol Pablo nos hacía énfasis que, al estar con el Señor, nosotros nos podemos fortalecer en Él y que, por lo tanto, el poder de su fuerza nos da a nosotros un arma poderosa para defendernos de aquellas fuerzas de maldad con las cuales originalmente luchamos. Adicionalmente, si recordamos lo que dice el salmista en Salmos 125:1, nos damos cuenta que en el momento que nosotros confiamos en el Señor, jamás perderemos la batalla, puesto permanecemos firmes en Jehová. Si la fuerza de Jehová es su poder, y nosotros nos fortalecemos en Él, nos volvemos montes inconmovibles, y no solo eso, sino que permanecemos firmes en la carrera, puesto nuestra defensa y ofensa viene de parte del Señor.


Por lo tanto, estimados, lo que debemos recordar es que aun si estamos en una carrera y alguien quiere sacarnos de nuestra ruta, no debemos enfocarnos en aquellos que aparentan ser nuestros enemigos, sino en aquello que Dios nos indica que podemos realizar cuando nos sentimos atacados, pues, aunque nuestros enemigos tengan armas, las armas que poseemos en Cristo son más poderosas, pues como dijo Jesús: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33, RVR 1960). Y, por último, siempre recordemos lo que nos dice Dios a través del apóstol Pablo:

 

Efesios 6:11 Reina-Valera 1960

11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.

 

Oración


Padre Celestial, te damos las gracias por el tiempo que nos has regalado en la tierra. Te reconocemos como nuestro Dios y Señor. Te pedimos que seas Tú guiando nuestros pasos y que, si en algún momento nos llegamos a sentir atribulados o afligidos, recordemos buscarte y saber escuchar tu voz y que al confiar en ti y clamar a ti podremos encontrar nuestra paz y nuestra firmeza. Te lo pedimos en nombre de tu hijo Amado Jesús. Amén.


Si esto te bendijo y te edificó te invito a que compartas esta publicación. Y si aún no has aceptado a Jesús en tu corazón o deseas reconciliarte con Él hoy, te motivo a que lo hagas, y leas la siguiente oración en voz alta:

Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados, pues sé mis pecados me separan de ti. Yo te reconozco, como mi único, suficiente y verdadero Salvador. Yo rompo, todo pacto, con el mundo, con la carne y con el enemigo. Te doy gracias, por el sacrificio en la cruz, sé que por tu Sangre yo soy limpio/a de todo pecado y hoy tengo un nuevo comienzo. Te pido que, a partir de hoy, tu palabra sea la lámpara a mis pies y que tu Espíritu Santo guíe mis decisiones en todo lo que haga. Amén.”

Y si hiciste esta oración hoy, escríbeme al correo kltapiahernandez@gmail.com, me encantaría saber de ti. Somos una familia en Cristo, estamos aquí para apoyarnos los unos a los otros. ¡Dios te guíe y te guarde!

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